El informe sobre el progreso de las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE: ¿descarrilamiento o cambio de vía? (ARI)

El informe sobre el progreso de las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE: ¿descarrilamiento o cambio de vía? (ARI)

Tema: Tras un condenatorio informe de la Comisión Europea, las esperanzas de Turquía de convertirse en el primer país de la UE de mayoría musulmana corren peligro.

Resumen: En su reunión del 11 de diciembre de 2006 los ministros de Asuntos Exteriores de la UE decidieron suspender el comienzo de las negociaciones sobre ocho de los 35 capítulos sobre los que deberá ponerse de acuerdo Turquía antes de su ingreso en la UE. Este apoyo a la propuesta de la Comisión se dio en respuesta al incumplimiento por parte de Ankara del compromiso que adquirió en 2004 –que permitió que se iniciaran las negociaciones para su adhesión a la UE en octubre de 2005 – de abrir sus puertos y aeropuertos a buques y aviones grecochipriotas. De hecho, las negociaciones ya se encontraban en punto muerto desde el verano, puesto que tras el primer capítulo (ciencia y tecnología) no se ha iniciado ningún otro nuevo.

La UE tampoco ha cumplido sus compromisos: cuando Chipre ingresó en la UE en 2004, Bruselas acordó poner fin al aislamiento económico de la parte norte de la isla, ocupada por Turquía desde su invasión en 1974, pero poco ha cambiado desde entonces, ya que la República de Chipre, con quien Turquía no mantiene relación diplomática alguna, siempre veta las iniciativas al respecto.

El informe, que supone una llamada de atención, también expresa “grave preocupación” en torno a la libertad de expresión, cuestiona la independencia del poder judicial turco y afirma que el ejército aún no está sujeto a un control civil integro.

Madrid se había unido a Londres y Roma en declarar que la propuesta de la Comisión era excesivamente dura, argumentando que solo debían vedarse tres capítulos de las negociaciones de ingreso.

En un intento de última hora de eludir la suspensión de las negociaciones de varios capítulos, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan suavizó su posición respecto a Chipre y ofreció abrir un puerto y un aeropuerto a naves y aeronaves chipriotas. Pero este gesto no logró complacer a la UE y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Yasar Buyukanit, públicamente censuró al Gobierno por no informar de antemano a las fuerzas armadas y por “una desviación de la posición oficial del Estado”.

Análisis

Antecedentes

El informe, publicado el 8 de noviembre, llegó en un momento de creciente oposición entre los Gobiernos europeos a la adhesión de pleno derecho de Turquía a la UE. Angela Merkel, a la cabeza del Gobierno de coalición de Alemania, visitó Turquía en octubre y dejó claro que su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), seguiría abogando por una “asociación privilegiada” para ese país. Sus comentarios siguieron a otros similares de Nicolas Sarkozy, ministro del Interior francés y candidato presidencial, que ha estado blandiendo la bandera antiturca cada vez con mayor intensidad como parte de su campaña electoral. En Austria, donde el sentimiento antiturco también es fuerte, los dos partidos de extrema derecha consiguieron un 15% de los votos en las elecciones generales de octubre. En otros países, como Bélgica, los partidos de extrema derecha también van en aumento.

Olli Rehn, comisario de Ampliación de la UE, calificó de irresponsables a aquellos dirigentes que abogan por una asociación privilegiada para Turquía, por considerar que esa opción “reduce el incentivo político para llevar a cabo reformas (en Turquía) y provoca una violenta reacción política entre los turcos de a pie”. El Partido Popular Europeo, la agrupación política de centro-derecha del Parlamento Europeo, también respalda esa idea. Rehn señaló (algo que dichos dirigentes no hacen) que Turquía ya mantiene una relación especial y estrecha con la UE, consolidada en 1996, cuando Turquía se convirtió en el primer –y hasta la fecha único– país no perteneciente a la UE en disfrutar de una Unión Aduanera para bienes industriales y productos agrícolas procesados.

La Asamblea Nacional francesa también asestó un duro golpe a Turquía el 12 de octubre, al aprobar por abrumadora mayoría un proyecto de ley para tipificar como delito la negación de que los armenios fueron víctimas de un genocidio entre 1915 y 1918, durante el Imperio Otomano y antes de la fundación de la República de Turquía en 1923. En algunos círculos turcos el proyecto de ley, que probablemente no llegue a convertirse en ley, se interpretó como un signo de que Francia se oponía irremediablemente a la solicitud turca de ingreso en la UE. Los armenios (cuya comunidad en Francia asciende a 450.000, ejerciendo gran influencia) afirman que murieron hasta un millón y medio de personas, pero Turquía niega el genocidio y reconoce tan sólo la muerte de cientos de miles tanto de armenios como de turcos, mayoritariamente como resultado de la guerra civil y la hambruna.

Hasta hace muy poco, Turquía castigaba, o trataba de castigar, a quienes ponían en tela de juicio la versión oficial de los hechos, como en el caso de Orhan Pamuk, el novelista más destacado del país, que recibió el Premio Nobel de Literatura justo el día en que tuvo lugar la votación en París.[1] El premio de Pamuk fue recibido en Turquía con una mezcla de orgullo (por parte de sus seguidores) y cinismo (por parte de los nacionalistas). Kemal Kerincsiz, líder de un grupo de abogados ultranacionalistas que presentó cargos contra Pamuk, declaró que se sentía avergonzado por el premio.

El proyecto de ley francés podría ser bloqueado en el Senado; el presidente Chirac trató de apaciguar la indignación de Ankara asegurando a Recep Erdogan, primer ministro turco, que haría todo lo posible por evitar que dicho proyecto se convirtiera en ley. Aun así, Chirac también declaró durante su visita a Armenia en octubre que el reconocimiento turco del genocidio armenio debería convertirse en requisito previo indispensable para el ingreso en la UE. Chirac, con las miras puestas en la exclusión de las empresas francesas de las licitaciones en un momento en que Turquía se dispone a construir tres centrales nucleares y reemplazar parte de su infraestructura de defensa, parecería estar jugando un doble juego.

Por último, la cólera desatada en el mundo árabe por la cita del Papa Benedicto XVI de un oscuro texto del siglo XIV tampoco ha contribuido a la causa de Ankara y ha suscitado sospechas de que el Vaticano está alineándose con países católicos como Francia o Austria que se oponen al ingreso de Turquía en la UE.[2] El Papa citó al Emperador Manuel II Paleólogo del Imperio Bizantino (1391-1425), el imperio cristiano ortodoxo cuya capital se encontraba en lo que hoy es Estambul. Este Emperador, que fue derrotado por los turcos otomanos, dijo: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directriz de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”. El Papa visitó Turquía el 28 de noviembre en lo que ha sido su primera visita a un país predominantemente musulmán, y en un giro significativo declaró estar a favor de que Turquía formara parte de la UE.

Turquía cuenta cada vez con menos defensores activos de su adhesión a la UE, salvo el Reino Unido y España (junto a quien auspicia la “Alianza de Civilizaciones”, respaldada por la ONU, entre los países occidentales y musulmanes).[3] Y el apoyo a dicha adhesión, que nunca fue muy elevado, también está disminuyendo entre la opinión pública. El presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero visitó Turquía poco después de que se publicase el informe y expresó abiertamente su apoyo al ingreso de Turquía en la UE.

El respaldo de la opinión pública turca a la adhesión también ha decrecido drásticamente en los dos últimos años, desde aproximadamente dos tercios de los encuestados hasta tan sólo un tercio. Existe un sentimiento nacionalista cada vez mayor y una sensación de que la UE está cambiando las reglas del juego para el ingreso turco. Y las elecciones parlamentarias y presidenciales del año próximo limitan la capacidad del Gobierno turco con respecto al alcance de sus concesiones.

Resulta significativo que la Comisión adoptara también un documento de estrategia sobre la ampliación el mismo día en que publicó su informe de progreso sobre Turquía. El documento deja claro que la UE sólo se ampliará a más de 27 Estados miembros (Rumanía y Bulgaria ingresarán en enero) previa reforma de las instituciones del bloque. Y se ha sugerido que el criterio de la “capacidad de absorción” empleado en el pasado para determinar la capacidad de dar cabida a un nuevo miembro debería renombrarse para pasar a denominarse criterio de la “capacidad de integración”, puesto que tanto la UE como el país candidato deben mostrar en qué forma el ingreso de un nuevo miembro beneficiaría a la integración de la UE.

El informe

El informe de 74 páginas proporciona una gran cantidad de argumentos favorables a quienes nunca se mostraron contentos con la idea de un pleno ingreso en la UE de Turquía (que se convirtió en miembro asociado de la entonces CEE en 1963).

Con respecto a las relaciones entre civiles y militares, la Comisión señala que las fuerzas armadas han “seguido ejerciendo una influencia política considerable”, ya que los altos mandos han venido expresando su opinión acerca de cuestiones de política interior y exterior, incluidas las cuestiones de Chipre, el laicismo y los kurdos. “Las declaraciones de los militares deberían ceñirse a cuestiones militares, de defensa o de seguridad, y realizarse bajo la autoridad del Gobierno”.

La Ley de Servicios Internos de las Fuerzas Armadas Turcas sigue sin modificarse. Dicha ley define las funciones y los deberes del ejército y contiene artículos que conceden a los militares un amplio margen de maniobra. No se ha adoptado ninguna medida para aumentar el control civil sobre la Gendarmería (parte del ejército). Aunque se incluyeron en el presupuesto estatal de este año tanto las partidas presupuestarias del Servicio Nacional de Inteligencia y el Consejo de Seguridad Nacional como el presupuesto administrativo del subsecretario a cargo del sector de la defensa, la mayor parte de los proyectos de adquisición se financian de forma individual, a partir de fondos extrapresupuestarios (que quedan fuera del examen parlamentario).

Por lo que respecta al sistema judicial, siguen sin tratarse diversas cuestiones. La más conocida en el exterior es el infame Artículo 301 del nuevo Código Penal, invocado en repetidas ocasiones para restringir la expresión de opiniones no violentas, como por ejemplo contra el novelista Orhan Pamuk, ganador del Premio Nobel de Literatura de este año. Aunque la independencia del poder judicial queda garantizada por la Constitución y el Derecho interno de Turquía, siguen existiendo una serie de factores que la debilitan (las mismas deficiencias se señalaron en el informe de progreso de la Comisión de 2005). Entre ellos figura el hecho de que los magistrados y fiscales públicos estén vinculados al Ministerio de Justicia por lo que respecta a sus funciones administrativas y que el ministro y el subsecretario de Justicia sean dos de los siete miembros con derecho a voto del Consejo Superior de Magistrados y Fiscales, el órgano rector supremo del poder judicial.

La corrupción sigue siendo “generalizada entre el sector público y el poder judicial de Turquía” y el “amplio alcance de la inmunidad parlamentaria sigue suponiendo un problema considerable”. No obstante, Turquía fue uno de los países seleccionados por Transparency International en su informe anual, publicado dos días antes del de la Comisión, como país con una mejora de su historial de corrupción, si bien aún le queda mucho camino por recorrer (véase el Cuadro 1). Turquía ocupó la 60a posición de entre 163 países, frente a la 65posición ocupada en 2005, y su calificación mejoró desde un 3,5 hasta un 3,8 sobre 10 (cuanto más cercano a 10, menos corrupto es el país). Turquía ocupó mejor posición que Polonia, el país de mayor tamaño en ingresar en la UE en 2004, y mucho mejor que la de Rumanía, que ingresará en la UE en enero. De entre los 30 países clasificados por separado en base a las empresas que pagan sobornos para conseguir negocios, Turquía ocupó la 27a posición (véase el Cuadro 2).

Cuadro 1. Índice de Percepción de Corrupción 2006 de Transparency International – Turquía y países seleccionados (1)

PaísCalificación (2)
23. España6,8
24. Estonia6,7
41. Hungría5,2
46. República Checa4,8
57. Bulgaria4,0
60. Turquía3,8
61. Polonia3,7
84. Rumanía3,1

(1) De un total de 163 países.
(2) La calificación en el Índice de Percepción de Corrupción guarda relación con las percepciones del grado de corrupción que tienen los empresarios, los académicos y los analistas de riesgo, y oscila entre 10 (muy poco corrupto) y 0 (muy corrupto).
Fuente: Transparency International.

Cuadro 2. Índice de Fuentes de Soborno 2006 de Transparency International: selección de calificaciones (1)

PaísCalificación media (0 a 10) (2)% de exportaciones mundiales (2005)
1. Suiza7,811,2
2. Suecia7,621,3
6. Reino Unido7,393,6
7. Alemania7,349,5
9. Estados Unidos7,228,9
13. España6,631,9
15. Francia6,504,3
20. Italia5,943,6
27. Turquía5,230,7
30. India4,620,9

(1) De un total de 30.
(2) El Índice se basa en las respuestas de 11.232 ejecutivos de empresas de 125 países a dos preguntas sobre las prácticas empresariales de las empresas extranjeras que operan en su país, como parte de la Encuesta de Opinión Ejecutiva 2006 del Foro Económico Mundial. Se pide a los encuestados que respondan en una escala de 1 (los sobornos son frecuentes) a 7 (nunca se producen sobornos). Para calcular el Índice de Fuentes de Soborno las respuestas se convierten a una calificación de entre 0 y 10, y la clasificación refleja la calificación media.
Fuente: Transparency International.

Con respecto a los derechos humanos, durante los primeros ocho meses de 2006 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dictó 198 sentencias firmes en las que fallaba que Turquía había infringido al menos un artículo del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, la mayoría de esos casos se referían a causas interpuestas antes de 1999, año en que Turquía pasó a ser candidato a la adhesión. La tendencia a la baja en la cifra de casos de torturas y malos tratos se ha mantenido y las reformas en los procedimientos y los períodos de detención han mostrado “resultados positivos sobre el terreno”. Aun así, suscita “especial preocupación” la situación de los derechos humanos en la parte sudoriental del país, una zona de mayoría kurda en la que la actividad del grupo terrorista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha vuelto a recrudecerse. Y las nuevas disposiciones introducidas en junio para modificar la ley antiterrorista “podrían minar la lucha contra la tortura y el maltrato”.

Las disposiciones relativas a la libertad de expresión deben “equipararse a las normas europeas pertinentes”, especialmente el artículo 301, que tipifica como delito insultar la “identidad turca”. El Gobierno está estudiando la posibilidad de abolir o modificar dicho artículo, que está siendo empleado por abogados nacionalistas de extrema derecha para enjuiciar a escritores y periodistas.

La libertad de culto se respeta por lo general, pero las comunidades religiosas no musulmanas no tienen acceso a una personalidad jurídica y siguen sufriendo restricciones en su derecho a la propiedad.

No se ha notificado ningún progreso con respecto a los derechos de los sindicatos. Siguen existiendo considerables deficiencias en el derecho a sindicarse y el derecho a la negociación colectiva, incluido el derecho a la huelga.

El enfoque otorgado por Turquía a los derechos de las minorías también sigue sin modificarse. Las autoridades siguen tan sólo considerando minorías a las contempladas en el Tratado de Lausana de 1923 (judíos, armenios y griegos). Sin embargo, existen otros grupos en Turquía que, en virtud de las normas europeas e internacionales pertinentes, podrían clasificarse como tal. No se ha avanzado nada con respecto al inicio de un diálogo sobre la situación de las minorías nacionales en Turquía.

En cuanto a los derechos culturales, dos canales de televisión en Diyarbakir y uno en Sanliurfa recibieron permiso para emitir en kurdo. No obstante, se imponen restricciones de tiempo, salvo a las películas y los programas de música, y no se permiten programas educativos de enseñanza del kurdo.

El problema más acuciante e inmediato es Chipre,un problema capaz de dar al traste con las negociaciones de adhesión. Turquía sigue negando el acceso a sus puertos a los buques que enarbolan pabellón de la República de Chipre o cuyo último puerto de escala hubiera estado situado en Chipre. Esta barrera a la libre circulación de mercancías y el comercio viola el acuerdo de Unión Aduanera. También continúan aplicándose restricciones similares al transporte aéreo. No se ha avanzado en ningún aspecto de la normalización de las relaciones bilaterales con la República de Chipre (la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre tan sólo es reconocida por Turquía).

Las posturas turca y chipriota en torno a la cuestión del comercio son poco flexibles. Ankara afirma categóricamente que no transigirá hasta que la UE levante su embargo a la parte de la isla ocupada por Turquía. A su vez, Chipre recuerda constantemente a Ankara que el Protocolo Adicional que amplía el Acuerdo de Asociación CE-Turquía a los 10 Estados miembros que ingresaron en la UE el 1 de mayo de 2004, y que Turquía firmó en julio de 2005 para permitir el inicio de sus negociaciones de adhesión, es una obligación legal y que no puede relacionarse con la situación de la comunidad turcochipriota. Según una encuesta del Instituto de Estudios Estratégicos de Ankara, el 70% de los encuestados prefiere que se suspendan las negociaciones de adhesión antes que realizar concesiones con respecto a Chipre.

Uno de los pocos aspectos positivos mencionados en el informe es la evolución de la economía. El Banco Central de Turquía ha logrado reducir la inflación hasta cifras de un solo dígito y se ha estado llevando a cabo una consolidación de las finanzas públicas. Pero aun a pesar de haber avanzado tremendamente en la creación de una economía más estable y de la mejora de sus deficiencias estructurales, la diferencia entre Turquía y otros países de la UE sigue siendo enorme. Turquía ocupó la posición 59ª, de entre 125 países, en el Índice de Competitividad Global (Global Competitiveness Index, o GCI) 2006 del World Economic Forum, una mejora considerable con respecto a la 71ª posición que ocupó en 2005 pero aún así muy inferior a la posición de Estonia (25ª), el país que mejor posición ocupó de entre los 10 países que ingresaron en la UE en mayo de 2004, y de Polonia (48ª), el que peor (véase Cuadro 3). Dicho esto, Turquía ocupa mejor posición que Rumanía (68ª) y Bulgaria (72ª), que ingresarán en la UE el próximo enero bajo estrictas condiciones. Sin embargo, esos países, al igual que Estonia, pueden considerarse diminutos en comparación con el gigante turco (con una población de 73 millones de habitantes).

El GCI se compone de nueve pilares: instituciones, infraestructura, macroeconomía, sanidad y educación primaria, educación superior y capacitación, eficiencia de mercado, preparación tecnológica, sofisticación empresarial e innovación. Con respecto a la macroeconomía, Turquía ocupa una pésima 111ª posición, a pesar de las mejoras, lo cual refleja, en palabras del World Economic Forum, “la constante vulnerabilidad de su economía a los choques externos”. Turquía fue uno de los países que más afectado se vio por el descenso en la propensión a asumir riesgos de los mercados financieros internacionales a principios de este año.

La última encuesta de la OCDE sobre Turquía, publicada poco antes del informe de la Comisión, revelaba que aún deben tratarse una serie de problemas si quiere minimizarse el riesgo de volver a un ciclo auge/depresión y garantizarse un crecimiento fuerte sostenible. Entre las medidas que deben adoptarse figuran un mayor refuerzo de las instituciones de política fiscal, monetaria y prudencial para hacer la economía más resistente a los choques y una aceleración del ritmo de la reforma de los mercados laboral, de productos y agrícola y de los sistemas educativos y de la seguridad social.

Como aspecto positivo, Turquía logró una posición elevada, la 39ª, en el pilar de sofisticación empresarial del GCI, debido especialmente a la calidad y cantidad de sus redes y empresas de apoyo (33), muy superior a la media de la UE. El World Economic Forum declaró que ello probaba que Turquía dispone de “un sector servicios y un sector industrial sofisticados, que ya operan a niveles elevados de eficiencia”.

Como resultado de esas mejoras y del atractivo de un mercado interno amplio y de rápido crecimiento, por primera vez están entrando en el país cantidades considerables de inversiones extranjeras directas (IED). Esa entrada de IED alcanzó una cifra récord de 9.600 millones de dólares en 2005, según el último Informe de Inversión Mundial de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) (véase el Cuadro 4). Citigroup realizó la última gran inversión extranjera y desembolsó 3.100 millones de dólares en octubre a cambio de una participación del 20% en Akbank, el mayor banco privado del país. Aun así, la entrada de inversiones en Turquía sigue siendo minúscula para un país de su tamaño y potencial de crecimiento: 42.100 millones de dólares a finales de 2005 (11,6% del PIB), frente a los 367.600 millones de dólares recibidos por España (33,8% del PIB).

Cuadro 4. Entradas de IED en Turquía y España entre 1990 y 2005 (en millones de dólares)

Media 1990-20002002200320042005
Turquía7911.1371.7522.8379.681
España14.35139.21425.92624.76122.987

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El informe de la Comisión se vio precedido también por el primer informe de la OCDE sobre el gobierno corporativo de Turquía. El país presenta un fuerte marco regulatorio para el gobierno corporativo, está mejorando la revelación al mercado de la información corporativa por parte de las empresas que cotizan en Bolsa y se están introduciendo normas internacionales de contabilidad y auditoría. Aun así siguen persistiendo algunos problemas. La OCDE declaró que Turquía debería reforzar la legislación en materia de acuerdos en que intervengan partes relacionadas, por ejemplo aplicando las enmiendas propuestas a la ley turca de sociedades para exigir una mayor revelación de los acuerdos entre empresas que pertenezcan a un mismo grupo (a menudo bajo control familiar). El informe también recomendaba que se exigiera a las empresas con cotización en Bolsa que revelaran datos más detallados y fáciles de comprender acerca de quién las posee y controla, y proponía sanciones más duras para quienes incumplieran la legislación.

Conclusión: Resolver el problema de Chipre no supondría el fin de la cuestión, si bien Chipre es el problema más inminente y acuciante puesto que sin algún tipo de solución o acuerdo al respecto Turquía no conseguirá superar el examen de su cumplimiento del acuerdo de Unión Aduanera y sus relaciones bilaterales con otros Estados miembros. Con todo, el informe deja muy claro que existen otras muchas deficiencias, que suponen el flanco débil del país por que el que también puede atacársele fácilmente.

Dicho esto, ni a Turquía ni a la UE en su conjunto (aunque haya países concretos que se opongan firmemente al ingreso) les interesa que Ankara abandone el proyecto y cierre la puerta que tantos años lleva tratando de abrir por completo.

William Chislett
Escritor y periodista


[1] Pamuk compareció ante un tribunal de Estambul en diciembre de 2005 acusado de “denigrar públicamente la identidad turca” tras haber declarado en una publicación suiza: “Un millón de armenios y 30.000 kurdos fueron asesinados en estas tierras, y yo soy el único que se atreve a hablar del tema”. El caso se remitió al Ministro de Justicia y se retiraron los cargos en virtud de un tecnicismo jurídico.

[2] En 2004, reflejando la opinión vaticana de que Europa debía conservar su identidad cristiana, el Papa, por aquel entonces Cardenal Joseph Ratzinger, a cargo de la doctrina de la Iglesia, declaró que aceptar a Turquía en la Unión Europea pondría en peligro la cultura europea: “Europa es un continente cultural, no geográfico”. Ratzinger declaró en el suplemento del periódico francés Le Figaro que “en el transcurso de la Historia, Turquía siempre ha representado otro continente, en contraste permanente con Europa”, y que por ello equiparar ambos continentes “sería un error”. A principios de este año, el Cardenal Walter Kasper, a cargo del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, declaró que el apuñalamiento de un sacerdote católico y el asesinato de otro en Turquía ponían de manifiesto que el candidato al ingreso en la UE aún no estaba listo para su integración en Europa por no estar garantizada allí la libertad religiosa.

[3] No hace tanto, la Iglesia de Inglaterra rezaba el Viernes Santo para que Dios se apiadara de los turcos y los librara de toda ignorancia y dureza de corazón.