El escudo antimisiles norteamericano en Europa y la respuesta de Rusia (ARI)

El escudo antimisiles norteamericano en Europa y la respuesta de Rusia (ARI)

Tema: La decisión deWashington de desplegar la tercera fase de su sistema global de defensa antimisiles en dos países de Europa Oriental es considerada por Moscú como la mayor amenaza externa al sistema de seguridad ruso desde el colapso de la Unión Soviética.

Resumen: EEUU está negociando el despliegue de 10 interceptores de misiles en Polonia así como de unidades de radar en la República Checa como parte de la ampliación de su escudo de Misiles Antibalísticos (ABM). Si ambos países lo autorizan, el despliegue podría ser operativo en 2011 para hacer frente a misiles balísticos de Irán o Corea del Norte. Rusia ha rechazado enérgicamente la iniciativa y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha sugerido al presidente norteamericano, George W. Bush, el uso conjunto de la estación de radar de Gabala, en Azerbaiyán, como alternativa. Este ARI analiza la postura de Rusia ante las implicaciones de la última iniciativa ABM para Europa, las medidas políticas, militares y tecnológicas que Moscú ha empleado o puede emplear para contrarrestar los planes de EEUU, así como las posibles variantes de cualquier acuerdo ruso-norteamericano.

Análisis

Argumentos y contraargumentos
La aguda controversia sobre el sistema norteamericano ABM en Europa ha alcanzado un punto culminante en los últimos meses. El presidente Putin propuso al presidente Bush durante la cumbre del G-8 en la ciudad alemana de Heiligendamm, el 7 de junio de 2007, la colaboración de ambos países en este campo con el uso conjunto de la instalación de radar de Gabala, que Rusia arrienda en Azerbaiyán. En la siguiente reunión bilateral de los dos presidentes en Kennebunkport, en el estado norteamericano de Maine, Putin amplió su oferta para incluir el uso de la instalación de radar que se está construyendo cerca de Armavir en Rusia, así como la creación de centros de intercambio de información ABM en Moscú y Bruselas. Estas propuestas, bajo el punto de vista ruso, harían innecesario el despliegue y reducirían el riesgo de una grave crisis. El presidente Bush prometió considerar todas las propuestas rusas pero no descartó la idea de despliegues ABM en Europa, una posición confirmada poco después por la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice en una entrevista con la cadena de televisión NBC.

Cuando EEUU abandonó el tratado ABM en 2002, algunos expertos lo consideraron una “victoria silenciosa” de la primera Administración Bush ya que ponía fin a un acuerdo de la “Guerra Fría”, permitiendo las primeras instalaciones de radar en Alaska y California. Dado que no queda mucho tiempo para que termine el mandato gubernamental de Bush, y ante la falta de resultados positivos en Irak y Afganistán, el despliegue del sistema ABM en territorio de Europa Oriental podría ser la última oportunidad de Bush de evitar ser recordado como el mandatario norteamericano que fracasó en todo lo que intentó; de ahí su necesidad perentoria de obtener al menos una “victoria”. Según declaraciones oficiales de EEUU, la instalación del radar en la República Checa y el despliegue de los diez sistemas antimisiles servirán para prevenir futuros ataques con misiles desde “Estados conflictivos” como Irán y Corea del Norte. La distancia mínima de aceleración de los interceptores norteamericanos es de 1.000 kilómetros por lo que el despliegue antimisiles en Turquía o Israel es imposible desde un punto de vista técnico. Además, los representantes norteamericanos subrayan que el nuevo despliegue no está destinado a utilizarse en contra de la Federación Rusa.

Los argumentos de Rusia en contra de esta iniciativa son bastante razonables también. Irán no tiene misiles de largo alcance pero sí tiene 20 misiles “Shahab-3”, con un alcance de hasta 1.500 km y una precisión por debajo del nivel óptimo, mientras que su nuevo misil “Shahab-4” –con un alcance de unos 2.000 km– se encuentra todavía en fase de desarrollo. Es poco probable que Teherán consiga un potencial de misiles importante con un alcance de hasta 5.000-6.000 km antes del año 2015. No hay pruebas que sustenten las alegaciones norteamericanas, puesto que éstas se basan en el mismo tipo de valoraciones erróneas por parte de los servicios de inteligencia que llevaron a la guerra en Irak para evitar que Sadam Husein utilizase armas de destrucción masiva. Una guerra de la cual EEUU no sabe ahora cómo salir. También es una valoración equivocada la concerniente al lanzamiento por parte de Corea del Norte de sus misiles “Taepodong”. Incluso si mejorasen sus misiles y decidiesen atacar, ¿por qué apuntar los misiles por encima de Europa en lugar de por encima del Pacífico, siendo ésta una distancia más corta para alcanzar los EEUU? Por lo tanto, el argumento sobre la voluntad de Irán y Corea del Norte de atacar EEUU y Europa utilizando misiles balísticos no tiene solidez. Sería una locura absoluta, puesto que un ataque mutuo les dejaría tan arrasados como la superficie de la luna.

El planteamiento ruso
Todas estas discrepancias en los planes de EEUU han levantado sospechas sobre su sesgo anti-ruso. En rasgos generales, la actitud rusa ante este problema tiene dos vertientes: una militar y otra política. Desde el punto de vista militar, el despliegue de un sistema ABM supone una verdadera amenaza a la seguridad rusa. El Gobierno ruso fue informado sobre las negociaciones con los Gobiernos polaco y checo después de que se produjeran y sin ningún tipo de consulta previa y esto supuso para Moscú un verdadero insulto. Además, el despliegue de bases militares estadounidenses más cerca de la frontera rusa mediante acuerdos bilaterales con Gobiernos anti-rusos podría ser imitado por Georgia o los Países Bálticos y, bajo ciertas condiciones políticas, por Ucrania.

Desde un punto de vista técnico, los sistemas antimisiles sólo pueden destruir los misiles balísticos en su fase de aceleración. Pero, con una velocidad antimisil de 4,5 km por segundo sería difícil destruirlos en un alcance de hasta 2.500 km, donde se encuentran las principales plataformas de lanzamiento rusas. De todas formas, en el caso de un conflicto de gran envergadura, los Misiles Balísticos Intercontinentales rusos se dirigirían hacia objetivos en EEUU por rutas transpolares. Docenas de interceptores norteamericanos, obligados a atacar en trayectorias paralelas de persecución, serían incapaces de causar daño alguno a la oleada de misiles rusos porque incluso en condiciones idóneas sólo interceptarían 2,5 cabezas nucleares monobloque no equipadas con señuelos.

Por último, sean cuales sean las intenciones del Pentágono, la iniciativa crea una infraestructura de superficie que podría ser fácilmente desarrollada en el futuro. En la actualidad solo hay 10 misiles, pero desplegar 100 sería más fácil que si se empezase de cero. El despliegue propuesto en Europa del Este, las instalaciones existentes en Alaska y California y la posible ampliación añadiendo un elemento espacial podrían, de forma combinada, alterar el equilibrio estratégico con Rusia. Por ejemplo, el radar checo (con un alcance de hasta 5.000 km) podría vigilar todo el territorio europeo de Rusia, incluyendo el alcance del cohete Kapustin Yar. Dado que los lanzamientos de pruebas de misiles desde el campo principal en Plesetsk y desde la flota de submarinos del Norte están siendo vigilados también por la instalación de radar noruega en Vardo –que está integrada en el sistema norteamericano ABM– no es sorprendente que altos mandos rusos hayan reclamado una respuesta estricta y asimétrica.

Desde una perspectiva política, la iniciativa forma parte de una estrategia de EEUU para recuperar el control sobre la “Vieja Europa”, cada vez más independiente en términos militares y políticos. Por un lado, la UE está desarrollando sus propias capacidades militares –como la Fuerza de Reacción Rápida, el Personal Militar de la UE y los Grupos de combate–. Por otro lado, una encuesta llevada a cabo en cinco países europeos en junio de 2007 por la empresa Harris Company por encargo del Financial Times revelaba que el 36% de los europeos consideran a EEUU como la mayor amenaza para la estabilidad mundial, seguida de Irán (30%), China (28%) y a continuación Corea del Norte y, por último, Rusia. La retórica mutua sigue siendo muy agresiva y la comunidad estratégica está preocupada por la aparición de un lenguaje similar al de la Guerra Fría. Sin embargo, el anuncio de la intención de EEUU de desplegar elementos ABM en Europa Oriental únicamente provocó una reacción fuerte en Moscú, mientras la OTAN y la UE descartaban cualquier controversia pública. EEUU ha utilizado el clima anti-ruso existente en Polonia y en la República Checa en interés propio, explotando su memoria reciente de los tiempos comunistas y su temor ante el poder militar y económico ruso. Tanto el Gobierno polaco como el checo han aceptado de buena gana el desplieguepero no les será tan fácil hacer frente a posibles represalias rusas. Quizá tengan que elegir entre buscar la solidaridad europea que ellos no están practicando o profundizar en su relación “especial” con EEUU.

La contraargumentación rusa
Dado que Rusia no comprende plenamente las razones del sistema ABM global norteamericano, su recelo ante este despliegue en Europa se justifica plenamente puesto que afectará el equilibrio nuclear ruso-norteamericano. A finales de 2006, Rusia contaba con 762 lanzamisiles con 3.373 ojivas nucleares, mientras que EEUU tenía 986 lanzamisiles y 4.116 cabezas nucleares. Rusia y EEUU no se consideran enemigos desde hace mucho tiempo, pero el equilibrio técnico-militar está volviendo a los niveles del período de contención nuclear, cuando los misiles estaban preparados para responder a cualquier ataque. Tan solo el común rechazo de la existencia de zonas de defensa antimisiles disuadía a ambos países de atacar.

Las negociaciones bilaterales continuarán en otoño de 2007, pero Rusia tiene suficientes medidas de represalia en el caso de que fracase la diplomacia. En un principio, Rusia no tenía planes de retirarse del Tratado Anchorde Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio(INF por sus siglas en ingles) firmado en 1987. Sin embargo, algunos políticos y generales, en particular el jefe del Estado Mayor, Yuri Baluevskiy, apoyan el despliegue de misiles de alcance intermedio porque otros países como Corea del Norte, Corea del Sur, la India, Irán, Pakistán e Israel los poseen. Aunque Rusia y EEUU son los únicos firmantes del Tratado INF y a pesar de que Putin se inclina por que Rusia tenga una imagen pacificadora, la retirada de Rusia del tratado alentaría la carrera armamentística mundial al debilitar la determinación de terceros países de cumplir con los distintos acuerdos de no proliferación nuclear. Por un lado, la reanudación de la producción del misil de medio alcance Pionero Soviético (SS-20) resultaría demasiado cara para el presupuesto militar ruso. Por otro lado, se requerirían enormes gastos financieros para la investigación, desarrollo y producción de una nueva generación de tales misiles. Otra opción sería recurrir al misil táctico operativo Iskander-M, que Rusia probó con éxito en mayo de 2007. El Iskander-M ha sido diseñado para reducir su visibilidad en pantallas de radar, lo que le hace muy difícil de detectar. Es capaz de maniobrar durante toda su trayectoria, incluso en la fase intermedia, y no entra en las limitaciones impuestas por el Tratado INF (500-5.000 km), ya que su alcance es algo inferior a los 500 km. El ejército ruso tiene solo un batallón de Iskander-M pero contará con tres más (60 lanzamisiles) a finales de 2007, alcanzando un total de cinco brigadas para 2015, según anunció en Febrero el viceprimer ministro Sergey Ivanov. Si estos Iskander-M se desplegaran en el Distrito Especial de Kaliningrado, las instalaciones ABM en Polonia y República Checa se encontrarían a su alcance.

No obstante, los principales esfuerzos para neutralizar el sistema ABM norteamericano, tendrán por objetivo mejorar las armas ofensivas estratégicas de Rusia, en especial su capacidad de penetrar en cualquier nuevo sistema de defensa antimisiles. El Ejército Ruso recibirá sus primeros siete misiles balísticos Topol-M (SS-27) en 2007 y el comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos, el teniente general Nikolai Solovtsov, desea que en 2016 se haya completado la renovación total de la vieja generación. Por último, Rusia podría mejorar sus misiles con cabezas múltiples e independientes (Vehículo de Reentrada Múltiple e Independiente, MIRV) como su equipamiento con dispositivos de señuelo, una posibilidad confirmada por las últimas pruebas en los nuevos misiles RS-24 que cuentan con hasta seis ojivas nucleares. La mejora de los misiles balísticos se centrará también en su capacidad de supervivencia en la fase de aceleración, cuando son más vulnerables. Todavía es necesario reducir la fase de aceleración a menos de dos minutos y aumentar su maniobrabilidad durante la misma fase para hacerles menos vulnerables a los interceptores cinéticos.

La respuesta política rusa en el contexto europeo
El despliegue de los ABM es también un asunto muy sensible para la seguridad europea. Rusia no desea separarse de Europa, pero el presidente Putin suspendió el cumplimiento de las obligaciones rusas para con el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (Treaty on Conventional Armed Forces in Europe, CFE) el 14 de julio de 2007, después de una moratoria de 150 días en respuesta al punto muerto en el que se encontraba la ratificación del acuerdo de 1999 sobre el Tratado de adaptación (CFE-II) al nuevo equilibrio estratégico. El Tratado fue firmado 1990 cuando el Pacto de Varsovia todavía era el mayor enemigo de la OTAN. Su objetivo era equilibrar y reducir el potencial militar de ambos bloques, pero la situación actual es bastante distinta dada la entrada en la OTAN como miembros de pleno derecho de Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, República Checa, Letonia, Lituania y Estonia. Esto hace posible, por ejemplo, el incluir a los Países bálticos –que no forman parte del Tratado CFE– en los equipos de verificación de la OTAN que pueden inspeccionar las fuerzas rusas en el Distrito Especial de Kaliningrado sin ninguna reciprocidad.

La desafección rusa respecto al Tratado CFE se ha incrementado debido a la reticencia de la OTAN a ratificar su adaptación. Tan sólo Rusia, Kazajstán, Bielorrusia y Ucrania ratificaron el Tratado de Adaptación en tanto que los países occidentales han supeditado su ratificación a la retirada de las bases militares y los equipamientos rusos de Moldavia y Georgia según se establecía en los llamados acuerdos de Estambul firmados por Boris Yeltsin en 1999. Rusia ha señalado repetidamente que no existe ninguna conexión entre ambas cuestiones. De hecho, Rusia está retirando sus tropas de Georgia, mientras que en Moldavia su salida está supeditada a la firma por el Gobierno de Moldavia del Memorando sobre los principios constitucionales del Estado unificado (Moldavia y Transdnistria). El bloqueo diplomático ha evitado hasta ahora la retirada de las tropas y el desmantelamiento de los inmensos depósitos de municiones existentes en la región. El presidente Putin convocó una conferencia extraordinaria de la CFE en Viena los días 12 al 15 de junio de 2007 que terminó sin ningún acuerdo sobre las propuestas rusas. Una vez entrada en vigor la suspensión, Rusia podría rechazar las restricciones a sus flancos y fortalecer la región de Kaliningrado y el distrito militar de Leningrado, así como los grupos militares del Norte del Cáucaso. Sin embargo, esta posibilidad podría aplazarse si EEUU cambiara su posición sobre el despliegue de ABM en territorio europeo.

Los Gobiernos europeos deben comprender que el despliegue de elementos ABM obligará a Rusia a modificar su planificación nuclear para incluir en ella nuevos objetivos. Por ello, la iniciativa podría provocar situaciones conflictivas dentro de la alianza de la OTAN y la UE. En primer lugar, en caso de una intercepción, restos de misil caerían en territorio europeo con el riesgo potencial de fragmentos nucleares. En Segundo lugar, el despliegue de ABM no favorece la cooperación entre Rusia y la OTAN para conseguir una defensa no estratégica con misiles en zonas de operación militar (TMD en inglés). Un grupo TMD conjunto ha desarrollado conceptos de aplicación de fuerza y formación en el ámbito de la informática pero se encuentra todavía en fase de negociación. La Alianza está desarrollando sus propios TDM contra misiles de corto alcance para enfrentarse a posibles ataques en su flanco meridional. Entretanto, ha decidido centrar sus esfuerzos no en desarrollar o comprar sistemas de defensa de misiles, sino en actualizar sus sistemas de defensa antiaérea (con potencial de intercepción antimisiles) en varios países de la OTAN. Los complejos rusos de misiles antiaéreos S-300PMU-1 y S-300PMU-2 fueron también mencionados como posible base para un sistema ABM europeo, pero no cumplen con los requisitos de la OTAN –sin embargo, Grecia cuenta con S-300PMU-1 y con Thor-M1 en su arsenal–.

El despliegue de ABM agudizará la tensión entre los miembros “antiguos” y “nuevos” de la Alianza Atlántica. Las contraprestaciones de EEUU a República Checa y Polonia elevarán su estatus en la OTAN, así como su importancia militar. Sumado a una gran cantidad que se invertirá en las corporaciones locales, los grupos industriales obtendrán acceso a nuevas tecnologías en la zona ABM y las fuerzas armadas contarán con equipamiento adicional, como sistemas de misiles tierra-aire Patriot. Esta relación especial con los miembros del este de la “Nueva Europa” exacerbará la polémica de la Alianza y afectará a la coherencia de la UE, dada la persistencia de subgrupos “atlantistas” y “europeístas” en el seno de ambas organizaciones.

Por último, según las estimaciones preliminares de la Oficina del Presupuesto del Congreso norteamericano, la creación del Sistema de Defensa Antimisiles de EEUU costará unos 60.000 millones de dólares, aunque este presupuesto podría duplicarse en 2015 si los gastos se mantienen en los niveles actuales: 7.000 millones de dólares en 2003, 7.700 millones de dólares en 2004, 7.600 millones en 2005, 7.800 millones en 2006, 9.300 millones 2007 y 10.850 millones solicitados para 2008. Independientemente de su ingente coste, el sistema ABM no es en absoluto rentable. Según el célebre físico Theodore Postal, del  Massachusetts Institute of Technology (MIT), los resultados de las pruebas no son otra cosa que “trampas científicas”, ya que en los pocos casos en los que los misiles interceptores alcanzaron el objetivo enemigo, las pruebas habían sido realizadas en condiciones idóneas. Es decir, que nadie sabe cómo funcionará el sistema en condiciones de combate reales.

Conclusiones: Las sugerencias rusas respecto a la instalación de radar Gabala concuerdan con el objetivo de una cooperación bilateral, pero EEUU ha rechazado la oferta argumentando que su radar de notificación precoz de misiles no ofrece ninguna designación de objetivo para el Centro de mando ABM norteamericano. La propuesta del presidente Putin no pretende cambiar el lugar geográfico del proyecto norteamericano, sino el concepto mismo. Sin embargo, la situación podría variar si sus propuestas incluyesen el radar equivalente al radar X-range, que EEUU está planeando desplegar en la República Checa. Todo esto demuestra que todavía hay posibilidades de acuerdos mutuamente beneficiosos, a pesar del desafortunado rechazo de Washington a comprometerse en una cooperación política y tecnológica.

El posible acceso de grupos terroristas a los misiles balísticos podría convertirse en un importante riesgo para la seguridad internacional en la próxima década, así como la proliferación de bases de lanzamiento. De ahí, la necesidad de una colaboración bilateral entre EEUU y Rusia con objeto de superar sus diferencias actuales. El primer paso podría ser una valoración común de las amenazas mundiales existentes en el seno del Consejo OTAN-Rusia, siendo éste el foro principal para semejante análisis. El segundo sería la investigación, desarrollo y despliegue conjunto de elementos ABM bajo un control colectivo para incrementar la responsabilidad de los aliados europeos en el proceso de toma de decisiones y para aumentar las garantías ante Moscú de que el sistema no va dirigido contra Rusia.

La solución más fácil para EEUU sería crear un sistema ABM paneuropeo con Rusia. Los medios de comunicación lo declararían sin duda un “hecho histórico” y el presidente Bush obtendría la gran victoria que busca. No obstante, todo depende de la aprobación del proyecto de defensa global antimisil, lo cual sigue siendo dudoso. La comisión de las fuerzas armadas del senado norteamericano propugna la reducción del gasto presupuestario en el proyecto debido a la oposición de Rusia al despliegue de elementos ABM en Europa. El Senado ha señalado asimismo que la puesta en práctica del programa sin la participación de la OTAN supondrá un coste de 4.000 millones de dólares y la Alianza no ha tomado ninguna decisión sobre la creación de sistemas ABM en su territorio. En todo caso, la OTAN será reacia a compartir el peso financiero, especialmente a causa de las dudas sobre su viabilidad técnica.

Además, el 11 de septiembre de 2001 demostró que los misiles intercontinentales pueden sustituirse fácilmente por un avión civil secuestrado y una banda de terroristas suicidas.

Ivan Konovalov
Subdirector y jefe del departamento de asuntos militares de la revista política rusa “Smysl”