El 26 de octubre tendrán lugar las elecciones parlamentarias de medio término en Argentina para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. El gobierno de Javier Milei es quien más se juega en ellas y no porque deba revalidar muchos escaños, que hasta ahora no los tiene, sino porque lo que está en discusión es ni más ni menos que el futuro político del presidente y de su proyecto económico.
Habrá que ver cómo queda el panorama político de unas elecciones que se presentan cruciales para el futuro del gobierno y, sobre todo, de la propia Argentina. Para Milei, su futuro pasa más por la política que por la economía.
Durante los primeros meses de su gestión parecía ir todo viento en popa. La inflación bajaba mes a mes, el déficit se reducía, el dólar estaba relativamente contenido y, pese a la dureza del ajuste, el apoyo popular y sus niveles de aprobación eran de una magnitud impensable en circunstancias semejantes. Sin embargo, las cosas comenzaron a torcerse a partir de febrero de este año cuando estalló el escándalo de la cripto moneda $Libra, que salpicó directamente a Milei.
El mal manejo mediático del asunto, pese al control que el oficialismo de La Libertad Avanza (LLA) y las “Fuerzas del Cielo” tenían en las redes sociales, mostró la falta de experiencia política del presidente libertario, de su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei (“el Jefe”) y de buena parte de su círculo más próximo, comenzando por su asesor áulico Santiago Caputo, el “mago del Kremlin”. Estos problemas se reprodujeron en la elaboración de las listas (a cargo de Karina Milei), en el escándalo de corrupción asociado a la compra de medicamentos para discapacitados, que implicó a la hermana del presidente, y en la reciente renuncia del principal candidato a diputado de LLA en la provincia de Buenos Aires, vinculado a un sospechoso de blanquear dinero del narcotráfico.
Esta inusual catarata de errores en la vida política, más propio de amateurs e intransigentes iluminados que de profesionales, fue pavimentando el camino hacia las elecciones con un número creciente de cadáveres y de enemigos casi irreconciliables, comenzando por un buen número de gobernadores. No sólo eso, la derrota en las elecciones de la provincia de Buenos Aires se cobró una seria factura económica que dejó en evidencia la suspicacia de los mercados con el futuro del proyecto económico de Milei.
La irrupción de la coalición de Provincias Unidas, una entente formada por seis gobernadores contrarios a la polarización entre mileísmo y peronismo, es una muestra de las amenazas emergentes, aunque el futuro de este proyecto federal y centrista dependerá en buena medida de los resultados que sepan obtener en las próximas elecciones. Éste también condicionará su voluntad para sentarse a negociar con el gobierno y llegar o no a acuerdos que faciliten la gobernabilidad.
El próximo 26 el presidente se juega mucho, comenzando por su propia supervivencia y sus opciones para ser reelegido en 2027. Quizá por eso haya decidido tocar a rebato y convocar a sus seguidores más fieles a uno de sus últimos actos de campaña, donde se desdobló entre un cantante rockero y el presidente que es, cada uno con sus ropajes correspondientes. Si bien las expectativas iniciales de LLA era teñir de violeta, su color partidario, todo el país, las metas actuales, a la vista de unas encuestas que hablan de resultados mucho más ajustados de los esperados, son mucho más modestas.
La gran esperanza de Milei es llegar al menos al tercio de los diputados y los senadores, la cifra milagrosa que le permitiría mantener su veto a aquellas leyes consideradas improcedentes o contrarias a sus objetivos y ponerse a salvo de un eventual juicio político que inicie la oposición y pueda concluir en su destitución. De todos modos, cualesquiera sean los resultados lo cierto es que a partir del mismo 26 deberá adoptar una serie de importantes decisiones políticas y económicas. En este último terreno todo indica que el “salvataje” ofrecido por Estados Unidos (EEUU), incluyendo un swap de 20.000 millones de dólares, no será gratuito y la elevada factura a cambio del respaldo de Donald Trump incluirá una apertura cambiaria total (fin del “cepo”), alejamiento de China y los BRICS, mejores oportunidades para las empresas de EEUU e inclusive para la instalación de una base naval en Tierra del Fuego.
Con todo, será en la política donde habrá que adoptar las posturas de mayor trascendencia. No sólo habrá que renovar el gabinete por la salida de los ministros Patricia Bullrich (Seguridad) y Luis Petri (Defensa) que tendrán responsabilidades parlamentarias, sino por la trayectoria más que cuestionable de algunos otros de los integrantes de su gabinete y, en general, de todos los niveles de la Administración. Entre lo más urgente figura la necesaria recomposición de las alianzas con los gobernadores más próximos y con aquellos grupos y partidos que coincidían con el presidente en la necesidad de transformar el país en profundidad y en su anti-kirchnerismo.
Si bien en estos últimos meses Milei rebajó el volumen de sus insultos y malos tratos, tanto a sus enemigos como sobre todo a sus potenciales compañeros de ruta, su estilo dificulta su transformación a efectos de que pueda ampliar sus respaldos. Es muy difícil que Milei se transforme radicalmente y deje de ser quien es para convertirse en un personaje más melifluo, un “ñoño republicano”. El acto electoral mencionado más arriba es buena prueba de ello. Éste fue concebido para movilizar a sus seguidores más fieles, los más fanatizados, pero el grueso de la opinión pública, que ya expresó su desagrado con sus descalificaciones y sus salidas de tono, no debe sentirse muy identificada con un histriónico representante del heavy metal al frente del gobierno cuando en realidad lo que busca no es tanto un estadista sino alguien que le resuelva sus problemas cotidianos y poder llegar a fin de mes.
Milei malinterpretó el respaldo popular abrumador que lo hizo presidente en la segunda vuelta. Fue votado para poner punto final a la experiencia kirchnerista, para poner coto a la inflación y la corrupción y acotar la impunidad de la casta y no por una total sintonía con sus postulados libertarios, que intentó presentar como la verdad revelada de unos teóricos economistas capaces de operar el milagro de acabar mágicamente con el Estado e incluso con la política. De momento, sus errores han permitido resurgir un peronismo/kirchnerismo que atravesaba serios problemas.
Habrá que ver cómo queda el panorama político de unas elecciones que se presentan cruciales para el futuro del gobierno y, sobre todo, de la propia Argentina. Para Milei, su futuro pasa más por la política que por la economía. Será ella –la política– la que condicione el estado de ánimo de la opinión pública y su capacidad de aguante y sacrificio. Sea cual sea el resultado electoral y las potenciales sorpresas que éste pueda aportar, lo cierto es que el 27 comenzará una nueva etapa en Argentina.