Perdedores y ganadores de la caída de Alepo

Manifestación ante la Embajada de Rusia en Londres el pasado 5 de noviembre. Foto: Alisdare Hickson (CC BY-NC 2.0)
Manifestación ante la Embajada de Rusia en Londres el pasado 5 de noviembre. Foto: Alisdare Hickson (CC BY-NC 2.0)
Manifestación ante la Embajada de Rusia en Londres el pasado 5 de noviembre. Foto: Alisdare Hickson (CC BY-NC 2.0)
Manifestación ante la Embajada de Rusia en Londres el pasado 5 de noviembre. Foto: Alisdare Hickson (CC BY-NC 2.0)

La caída de Alepo a manos de las fuerzas gubernamentales de Bashar al Ásad, apoyadas militarmente por Rusia e Irán, está produciendo unos perdedores y unos ganadores, y este nuevo balance entre unos y otros tendrá repercusiones a corto, medio y largo plazo mucho más allá de la tragedia local que ha generado.

Perdedores

La población civil de la ciudad: dentro de una guerra que viene durando ya cinco años, que seguirá y que se ha cobrado ya más de 400.000 vidas, la parte Este de lo que era la capital económica de Siria ha quedado devastada. Y los principales perdedores son los ciudadanos que han sufrido los bombardeos, las matanzas y otros hechos terribles, a los que, tras una evacuación incompleta y que se ha retrasado en exceso, pueden seguir los sufrimientos de una depuración.

El derecho internacional y los derechos humanitarios: Naciones Unidas, a través de su secretario general Ban Ki-moon ha calificado lo que estaba ocurriendo en la ciudad de “total fisión de la humanidad”. No se ha respetado el derecho de la guerra vigente, ni el derecho internacional en general. La famosa Responsabilidad de Proteger, citada en algunas resoluciones del Consejo de Seguridad respecto a otros conflictos, ha quedado en papel mojado. No ha habido, hasta el final, ningún plan de protección de civiles. Algunos observadores comparan lo ocurrido con Srebrenica en las guerras yugoslavas o Grozny, la capital chechena. Mal precedente de cara a la recuperación en curso y sumamente cruenta de Mosul (Irak) de manos de Daesh o Estado Islámico.

Los rebeldes: son una amalgama de moderados contrarios al régimen y diferentes grupos salafistas y yihadistas. Aún controlan una parte importante del territorio. Pero si Occidente impulsó a una parte (mayoritaria) de la población a la rebelión en la “primavera siria” hace cinco años, luego los dejó caer al no tener claro qué es lo que apoyaban, y dar prioridad a la lucha contra Daesh. La caída de Alepo es un golpe muy duro del que difícilmente se repondrán los contrarios al régimen dictatorial. Las “primaveras árabes”, salvo en Túnez, se han saldado con grandes fracasos. Por supuesto, también pierde la idea de la democracia y de los derechos humanos en la zona, y en el mundo.

Occidente y la UE: lo ocurrido en Alepo marca un fracaso de la influencia de EEUU y de los europeos en la zona. EEUU no ha sabido diseñar ni seguir una estrategia. Y el reciente llamamiento conjunto a la acción por parte de Angela Merkel y de François Hollande ante el desastre humanitario que estaba ocurriendo, si algo muestra, es su impotencia y la de una UE que sólo ha sabido hablar y no actuar, condenar verbalmente y quedarse parada mirando lo que ocurría, como quedó patente en el Consejo Europeo de la semana pasada. Y los europeos tienen parte de responsabilidad, pues fue su política colonial la que diseñó las absurdas fronteras que rigen en Oriente Medio. La UE se ha dividido, y su política interna se ha desestabilizado, con las olas de refugiados provenientes de Siria. Aunque si llega la hora de la reconstrucción, será la UE la que lleve una parte importante del esfuerzo financiero necesario.

La Comunidad Internacional: el fracaso de la ONU y de su Consejo de Seguridad, sobre todo por el enfrentamiento interno con Rusia, ha vaciado este concepto ante la suerte de Alepo.

Arabia Saudí: había apostado por los rebeldes y los había apoyado. El país se encuentra política y económicamente debilitado, lo que, con esta derrota, repercutirá en su pulso regional con Irán.

Daesh: aunque Estado Islámico no era parte de esta batalla, habrá más energía internacional para luchar contra él en otros lugares en Siria e Irak. Veremos una mutación de este terrorismo yihadista si va perdiendo la base territorial necesaria para su autoproclamado califato.

La idea de Siria: el mantenimiento a largo plazo del régimen de al-Ásad no es sostenible sobre la idea de Siria que se ha intentado imponer en Alepo. La tragedia, y los odios y rencores que ha sembrado, hará aún más inviable la reconstrucción de un Estado viable.

Ganadores

El régimen de al-Ásad: a corto y medio plazo, sin embargo, el régimen, y el propio presidente, se han reforzado respecto a sus perspectivas de hace tan sólo año y medio. Pero necesita de las muletas militares de Irán y Rusia, sin cuya ayuda no habría podido reconquistar esa ciudad, ni otras contra las que se ha lanzado. El régimen vuelve a controlar las principales grandes ciudades del país, y se ha hecho indispensable en la lucha internacional contra Daesh. Cabe recordar que, en su campaña, el ahora presidente electo de EEUU, Donald Trump, se mostró dispuesto a colaborar con el régimen y con los rusos en la guerra contra Daesh.

Irán: ahora cuenta con aliados chiíes de forma geográfica continua de Teherán a Beirut, pasando por una gran parte de Irak. Ha penetrado en el mundo árabe, y con el acuerdo nuclear ha roto su aislamiento internacional que Trump por sí solo no podrá detener. Cuenta con el apoyo en esta guerra del Hezbolá libanés. Y se ha convertido en pieza clave en la lucha contra Daesh en Irak y Siria.

Rusia: ha reforzado su presencia en Siria, en apoyo del régimen, y en la guerra contra Daesh. Su intervención militar está cumpliendo los objetivos buscados y resituándola como actor decisivo en la zona. Aunque oficialmente dejó de bombardear a los rebeldes en Alepo en septiembre, su portaviones sigue en la zona y no dice si, tras una retirada anunciada, tiene aún soldados implicados sobre el terreno. Su intervención en Siria, donde Rusia tiene sus únicas bases militares fuera de la ex Unión Soviética, le ha permitido romper su aislamiento internacional. Turquía, Irán y Rusia mantendrán conversaciones sobre Siria el próximo día 27 de diciembre en Moscú.

Turquía: se ha acercado a Rusia y a Irán. Está manteniendo un difícil y cambiante equilibrio, cuyo objetivo principal en todo este conflicto no es tanto Daesh, sino evitar que se refuercen los kurdos tanto como para llegar a plantear un Estado propio en la región. Su acuerdo con los europeos es esencial para frenar la ola de refugiados que ha desestabilizado la política europea.

Israel: agazapado ante esta tragedia, ve aumentar su margen de maniobra para rehuir una negociación con los palestinos, y prefiere que Siria no se desmorone

Todo esto está produciendo un reequilibrio de fuerzas y actores en la región, que llevará a cambios en profundidad en un ciclo largo que empezó con la revolución jomeinista en Irán en 1979, el apoyo occidental a los muyahidines y a al-Qaeda en su lucha contra los soviéticos tras su invasión de Afganistán ese mismo año, y se disparó con la ocupación y derribo del aparato del Estado de Irak por EEUU en 2003, pasando por las frustradas primaveras árabes. Alepo, pese a su dimensión de preservación de un régimen, es indicativo de que las cosas están cambiando.