La difícil diversificación geográfica de las exportaciones españolas

Exportaciones españolas / Comercio exterior español. Foto: Contenedores en el puerto de Barcelona - Ethan O'Brien / Flickr (CC BY 2.0). Blog Elcano.
Contenedores en el puerto de Barcelona. Foto: Ethan O'Brien / Flickr (CC BY 2.0)
(Contenedores en Barcelona. Foto: Jumilla/Flickr. Licencia Creative Commons Atribución)
(Contenedores en Barcelona. Foto: Jumilla/Flickr. Licencia Creative Commons Atribución)

El frenazo económico en los mercados emergentes ha provocado un retroceso en el proceso de diversificación geográfica de las exportaciones españolas. Así, en el primer semestre de este año, la Unión Europea y América del Norte han aumentado de forma apreciable su participación en la exportación española.

Diversificar geográficamente los destinos de exportación, es decir, reducir su fuerte concentración en los mercados europeos y norteamericanos, ha sido considerado normalmente como un desarrollo deseable y, por ello, un objetivo de las políticas de internacionalización de las empresas y los gobiernos.

La conveniencia de la diversificación se ha justificado con dos argumentos. Por un lado, para diversificar riesgos y reducir la dependencia de un número limitado de mercados. Si las exportaciones están diversificadas, es más fácil  compensar los retrocesos en unos mercados con ventas en otros. Por otro, se considera que los mercados emergentes tienen mayores tasas de crecimiento, actuales y potenciales. Una mayor presencia en ellos significa por tanto mayores posibilidades de crecimiento de las exportaciones.

En los últimos años estamos estado bajo el dominio del “mantra” de los mercados emergentes: éstos eran considerados como el objetivo prioritario de las políticas de internacionalización tanto para las empresas como para los gobiernos (sobre el tema, y la conveniencia de no minusvalorar la relevancia de los mercados desarrollados, escribí hace unos meses un post en este blog, con el título de “Reinvindicar los mercados desarrollados”).

Pero los mercados emergentes también tienen sus inconvenientes, en primer lugar una mayor volatilidad, como muy bien se ha puesto de relieve en los últimos tiempos. Una compleja y diversa serie de factores (desaceleración en China, caída del precio del petróleo y de otras commodities, conflictos políticos como el de Rusia-Ucrania) han provocado una desaceleración en las economías de buena parte de los mercados emergentes, con el consiguiente impacto en sus importaciones.

Quizás el ejemplo más destacado de esta volatilidad lo tenemos en el caso de Rusia: las exportaciones españolas a Rusia han caído un 41% en el primer semestre de 2015 en relación con el mismo periodo de 2014. Es obvio que una caída tan intensa, en tan corto plazo de tiempo, sería impensable en las exportaciones a, digamos, Alemania, Noruega, Gran Bretaña, etc.

En este periodo de “desaceleración emergente”, España se ha visto favorecida, en comparación con otros países europeos, por el menor peso de los destinos emergentes en la distribución geográfica de sus exportaciones.

En el cuadro 1 se recoge la distribución geográfica de las exportaciones españolas en el primer semestre de 2014 y 2015, así como su tasa de crecimiento en 2015. Como podemos ver, las exportaciones a los mercados de la UE y Norteamérica han crecido significativamente por encima de la media. Así, frente a crecimiento global de la exportación del 4,9%, las exportaciones a la UE han crecido un 6,8%, y a América del Norte un destacado 11,6%.

cuadro1

Esto ha determinado que haya aumentado la participación de ambas zonas en la distribución geográfica de la exportación: más de un punto en el caso de la UE (del 63,6% del total de la exportación al 64,8%),  y del 4,8 al 5,1% en el caso de América del Norte.

La alta concentración de la exportación española en los mercados desarrollados, por tanto, se mantiene y refuerza. Si en el primer semestre de 2014 un 75% de la exportación se dirigió a los países europeos y América del Norte, este porcentaje sube al 75,6% en 2015 (estas cifras serían aún mayores si aisláramos a Rusia, que en las estadísticas se incluye como país europeo, en el grupo de Resto de Europa). Con las actuales previsiones económicas, cabe esperar que este proceso se mantendrá en un futuro a medio plazo.

Como puede verse en el cuadro, la evolución varía de forma muy significativa entre unas y otras zonas emergentes. La evolución de la exportación es positiva en el caso de América Latina (también con diferencias muy fuertes entre unos y otros países; la exportación a Venezuela cae un 16% mientras que a Chile crece un 26%), y de Oriente Medio, con un espectacular crecimiento de la exportación de un 21%. Destaca la caída en un 1,8% de la exportación a África, una zona que en los últimos años se había puesto bastante de moda entre los analistas económicos y de negocios. Hay que ser prudente a la hora de generalizar sobre los mercados emergentes, ya que presentan un algo grado de diversidad.

En el cuadro 2 hemos recogidos los saldos de la balanza comercial por zonas geográficas. Como puede verse, aquí el panorama es completamente distinto. El déficit comercial español se concentra de forma mayoritaria en los mercados emergentes. De hecho, en sus intercambios con la Unión Europea España obtiene un superávit considerable.

Podemos  decir incluso que el déficit comercial español es sobre todo “asiático”. El déficit global de la balanza comercial es de 11.840 millones de euros. El déficit comercial con Asia es de 14.363 millones. Y dentro de Asia el gran protagonista del déficit es China: 9.161 millones en el primer semestre de 2015 (con un crecimiento de un  31% sobre 2014). Es decir, el déficit comercial con China equivale al 80% del total del déficit comercial español.

cuadro2