El espacio exterior: nuevo horizonte para la autonomía estratégica europea

El espacio exterior: nuevo horizonte para la autonomía estratégica europea. Instantánea del sol en el cielo nocturno desde el espacio. Foto: Qimono
Instantánea del sol en el cielo nocturno desde el espacio. Foto: Qimono

En apenas tres años cada vez más países están dando un enfoque defensivo al espacio exterior, concretamente a la protección de satélites y a la elaboración de estrategias y planes para dotar de mayor seguridad y resiliencia a las infraestructuras espaciales ante posibles disrupciones -como ciberataques, robo de datos o el bloqueo de las comunicaciones por satélite-, entre otros. Es el caso de la creación por parte de Estados Unidos, en diciembre de 2019, de la Fuerza Espacial, formada por primera vez como rama independiente dentro de las Fuerzas Armadas, tras haber estado ligada a la Fuerza Aérea como Comando Espacial desde 1982. También lo es el hecho de que Francia haya lanzado su primer ejercicio militar espacial (Aster X) en 2021. O que la OTAN reconociera en 2019 que el espacio es un nuevo dominio operativo junto con el mar, tierra, aire y el ciberespacio, y que en 2021 haya reconocido que un ataque hacia, desde, o dentro del espacio representa un desafío para la seguridad de la Alianza y se podrá invocar el artículo 5 del Tratado en caso de considerarse necesario. No es casualidad, pues, que en 2020 la OTAN creara el primer Centro sobre el Espacio en Alemania en 2020, y haya anunciado que instalará el primer Centro de Excelencia para el espacio militar en la ciudad gala de Toulouse. 

Pero no es solo el riesgo de que el espacio exterior se convierta en un nuevo campo de batalla. También se están securitizando temas tradicionalmente civiles como el fomento de una industria espacial competitiva, la gestión de la basura espacial, o cómo crear acuerdos comerciales y políticos para la conectividad segura entre regiones (y, por tanto, tener mayor influencia en otros países). Primero, porque cada vez hay más países presentes en el espacio exterior -no solo occidentales, también asiáticos, africanos, latinoamericanos, y de la Península Arábiga. Esto hace que las reglas en juego ya no estén adaptadas a los tiempos actuales, ya que se ha pasado de un número pequeño de estaciones espaciales y satélites que eran gobernados por unos pocos países a una proliferación de los mismos. Por ejemplo, China ya busca poner en órbita su segunda estación espacial tras el prototipo Tiangong-1 que estuvo activo entre 2011 y 2018; y desde que Xi Jinping lanzó en 2014 la Directiva D60 por la que se abría paso a mayor participación e inversión privada en la industria espacial china, se estima que ya hay más de 78 empresas operativas. Sudáfrica lanzó a principios de enero de 2022 la constelación de tres nanosatélites MDASat para recoger datos críticos que mejoren la seguridad y protección de los recursos marinos sudafricanos, y se calcula que para 2025 habrá 125 nuevos satélites en 23 países africanos.

Segundo, aparecen nuevos desafíos para la seguridad espacial ante la presencia cada vez mayor de empresas privadas, concretamente las llamadas compañías New Space, cuyo portfolio de servicios, a diferencia de las legacy companies, es únicamente espacial. Colaboren o no con el gobierno -como ya ocurre entre SpaceX y la NASA-, es necesario abrir un diálogo para tratar temas tan importantes como la coordinación público-privada ante interrupciones de la señal, garantías de seguridad frente a los ciberataques a un satélite privado que contenga datos personales de la ciudadanía de cierto país, cómo garantizar la transparencia en la interoperabilidad de infraestructuras, o de qué forma debería darse respuesta colectiva si ciertas capacidades privadas son secuestradas por actores ilegítimos, como serían grupos terroristas, crimen organizado o países no democráticos. También se necesitan normas para gestionar la propia movilidad espacial entre satélites públicos y privados y evitar colisiones que dañen la seguridad, así como  la propia salud económica de sus propietarios.

¿Dónde queda la autonomía estratégica de la Unión Europea?

La política espacial no es algo nuevo en la UE, pero es ahora cuando se le ha dado la mirada de autonomía estratégica, tanto de mercado como de seguridad y defensa. Hay dos razones. La primera es que la industria espacial europea registró una caída de las ventas de 1.000 millones de euros en 2020 (un descenso del 13% interanual), una cifra sin precedentes en los últimos 30 años, de acuerdo con la principal asociación europea ASD Eurospace. Ello explica que el Comisario Breton haya anunciado recientemente la creación de un paquete de medidas ambicioso:

  • La puesta en marcha del fondo de inversión espacial CASSINI con una capacidad de inversión de, al menos, 1.000 millones de euros para apoyar a nuevas start-ups espaciales;
  • El uso de la contratación pública de forma estratégica para reducir el riesgo comercial de nuevas pruebas y testeos, dar seguridad a las empresas de nueva creación y aportar confianza a los inversores privados en proyectos espaciales.
  • La elaboración de una hoja de ruta tecnológica con planes a largo plazo, y la coordinación de inversiones en innovación espacial en un Partenariado Espacial.
  • Una mejor comunicación entre todos los sectores industriales que trabajan en capacidades espaciales a través de la Alianza Industrial de Lanzadores Espaciales y la Estrategia de Gestión del Tráfico Espacial. No es solamente algo que ataña a empresas espaciales, sino también a otras industrias de las que depende la cadena de suministros para el espacio, como son los semiconductores, o con las que podrá mejorar, como la tecnología cuántica.

El segundo pilar de medidas incide más en la seguridad y la defensa. Que se busque lanzar una Estrategia para la Defensa y el Espacio en 2023 y se busque incluir más asuntos espaciales en la esperada Brújula Estratégica son buenas noticias por la necesidad del tema, pero también porque suponen una gran evolución con respecto a estrategias anteriores. En la del año 2000 el foco estaba puesto en la mejora del conocimiento científico, su beneficio en la sociedad y el mercado espacial. Ya en 2011 y en 2016 las siguientes estrategias mencionaban la seguridad, pero lo hacían sobre todo en el ámbito civil. El Alto Representante J. Borrell ha afirmado que, a partir de ahora, se van a crear mecanismos para responder a un espacio que podría llegar a convertirse en un campo de batalla. El foco va a estar puesto en la conciencia situacional del espacio, el refuerzo de la defensa de infraestructuras espaciales que puedan ser de uso dual (civil y militar), un mecanismo de respuesta a amenazas al proyecto Galileo, y un primer ejercicio conjunto entre Estados miembros. Además, el espacio se incluyó por primera vez como infraestructura crítica en la última propuesta de Directiva para la Resiliencia de Entidades Críticas.

No cabe duda de que la UE ha ubicado el espacio exterior como un nuevo activo dentro de su autonomía estratégica. Todavía quedan muchos aspectos por dialogar, resolver e incluso abrir. Entre ellos se incluyen  cómo atajar el uso de mercados de datos espaciales para aumentar la competitividad económica de las empresas europeas y su mayor colaboración entre ellas; la necesidad de hacer un mapeo de los activos que ya existen o que hacen falta para asegurar la resiliencia de la cadena de suministro espacial; qué instrumentos de cooperación deberían existir entre los Estados miembros, la UE y la Agencia Espacial Europea para asegurar que la financiación de la innovación tiene realmente el impacto esperado; cómo cooperar para dar una respuesta conjunta a amenazas a la seguridad y la defensa (por ejemplo, siguiendo el modelo de ciberdiplomacia donde se acuerda una atribución coordinada en el nivel de la UE como ocurre con los ciberataques, o dando más competencias); o cómo imbricar la tecnología espacial con otros planes en semiconductores, tecnología cuántica y ciberespacio.

La oportunidad es evidente. No es un tema nuevo, pero sí es actual y se encuentra en un proceso de desarrollo que debe estar a la altura de las necesidades. Hay muchos temas sobre la mesa. Es momento de iniciar diálogos.


Imagen: Instantánea del sol en el cielo nocturno desde el espacio. Foto: Qimono.