La cooperación empresarial como palanca para la internacionalización

Cooperación empresarial / Internacionalización / Empresa española. Foto: Terroritorio Pyme - Cinco Días. Blog Elcano
Foto: Terroritorio Pyme - Cinco Días.
Cooperación empresarial / Internacionalización / Empresa española. Foto: Terroritorio Pyme - Cinco Días. Blog Elcano
Foto: Terroritorio Pyme – Cinco Días.

Las Pymes españolas están haciendo un gran esfuerzo por internacionalizarse. Pero muchas Pymes se enfrentan a grandes limitaciones. Su limitado tamaño les impide contar con los recursos necesarios (humanos, financieros) para trabajar de forma adecuada en los mercados exteriores. Una posible solución a estas limitaciones es la cooperación empresarial, a través de mecanismos como consorcios, clusters o el empleo de consultoras de comercio exterior.

Varios estudios han demostrado de forma clara la relación entre tamaño e internacionalización. Las empresas que más exportan, y que representan el grueso de la exportación española, son empresas de tamaño grande. El tamaño permite disponer de recursos con los que desarrollar el trabajo internacional.

Gran parte de las empresas pequeñas carecen de los recursos que requiere la internacionalización. Muchas de estas Pymes que quieren internacionalizarse no tienen personal preparado, no cuentan con recursos financieros para sostener a medio plazo una estrategia de internacionalización, no toman medidas elementales de precaución sobre sus cobros, etc. Sin embargo, desde diversas instancias se les anima a salir a los mercados exteriores; la consigna es que la internacionalización no es una opción, sino una necesidad irreversible. Existe así un riesgo de que las Pymes salgan a los mercados internacionales sin estar preparadas adecuadamente.

La cooperación empresarial puede ser una vía para superar las limitaciones derivadas del escaso tamaño. Existen varias posibilidades al respecto.

En primer lugar, la constitución de consorcios de exportación. Según las Cámaras de Comercio, un consorcio “consiste en la constitución de una unidad de acción en forma de empresa con situación jurídica diferenciada de sus socios, en las que éstas detentan la propiedad de las acciones de la empresa”. Los consorcios admiten diferentes modalidades y características pero en su base se encuentra la asociación de un grupo de empresas que deciden “compartir” una unidad que gestione sus actividades de exportación. Una ventaja añadida de los consorcios es que con frecuencia reciben ayudas de las Administraciones públicas (por ejemplo, Extremadura acaba de lanzar un programa de apoyos a los consorcios de exportación).

Más complejos de análisis y configuración son los clusters de empresas. Para Michael Porter un cluster es un grupo de empresas e instituciones que están geográficamente cercanas, que trabajan en un campo determinado y están unidas por elementos comunes y complementarios. Un buen ejemplo en España es el cluster vasco de energía (Basque Energy Cluster), que agrupa a más de 100 empresas e instituciones relacionadas con la energía.

Los clusters, pues, no se limitan a la actividad internacional, sino a la actividad en general de las empresas, y pretenden explotar las sinergias de la colaboración entre ellas. Sus ventajas son diversas: acceso a empleados y suministros, acceso a información, aprendizaje de otros miembros del cluster mediante el intercambio de experiencias, relaciones y contactos, y marketing conjunto. Además, los clusters suponen un marco que favorece la innovación, al fomentar la competencia entre las empresas que los integran.

Existe una tercera forma de cooperación empresarial, que en España está infravalorada y poco explotada: el empleo de consultoras de comercio exterior (llamadas también con frecuencia “empresas de comercio exterior”). Se trata de una modalidad “indirecta” de cooperación, en la medida en que no hay ninguna fórmula asociativa detrás (como sí ocurre en los consorcios y los clusters). Lo que hay es simplemente una contratación por parte de unas empresas de unos servicios que prestan otras empresas, las consultoras. Pero, en última instancia, ello supone que las empresas que contratan a una consultora “comparten” sus servicios.

Las empresas que carecen de recursos financieros y humanos para tener un departamento propio de exportación, pueden “subcontratarlo” con una empresa de comercio exterior, a un coste asequible.

Son muchas las funciones que puede desempeñar una consultora de comercio exterior. Puede elaborar un plan de exportación para la Pyme, ayudarle a ejecutarlo, identificar posibles clientes,  acompañar en viajes y negociaciones, gestionar ayudas públicas, gestionar un seguro contra impagos, etc.

En España ha existido un cierto recelo en algunos medios frente a las consultoras de comercio exterior, como si su labor fuera un tanto espuria: al fin y al cabo, estas empresas “no exportan”, se “benefician” de la actividad de las empresas exportadoras. Su actividad está además vinculada a términos que han adquirido un carácter peyorativo, como “comisiones”, “intermediarios”, etc.

Esta mentalidad estrecha debe cambiar. Las consultoras de comercio exterior son necesarias, y su papel debe ser promovido, en especial en estos tiempos de crisis que están empujando a tantas empresas pequeñas, y poco preparadas, a salir al exterior en busca de mercados.  En vez de recelos, hay que difundir la labor de las empresas de comercio exterior, animar a las Pymes a que recurran a ellas, como una forma de acceder a unos servicios de los que no podrían disponer por sí solas.