La política exterior del próximo gobierno

17. La “primavera árabe” ha devenido en un escenario de conflictos en unos casos y, en otros, de amenazas a la estabilidad y la seguridad de los países del sur del Mediterráneo. ¿Cuáles debieran ser los objetivos de España ante ese escenario?

Partido Popular

Los objetivos se pueden resumir en uno: estabilidad. Las bases de la misma son la existencia de unos niveles mínimos de seguridad –todos tenemos que asumir compromisos–, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra la pobreza. Es una tarea permanente y a largo plazo. A partir de esa base hay que contribuir a mejorar la institucionalidad y a fomentar el desarrollo económico. España tiene una especial sensibilidad y responsabilidad. Somos conscientes de los desafíos y amenazas a las que nos enfrentamos, pero también de las oportunidades que se presentan. La mejor política de vecindad es aquella que permite que tus vecinos gocen de estabilidad. Su estabilidad es la nuestra.

Debemos profundizar la integración económica de la región mediterránea con la UE, lo que sin duda redundará al mismo tiempo en la creación de un espacio regional de cooperación sur-sur.

Quiero subrayar la importancia de Barcelona como capital española del Mediterráneo. Su papel como tal se ha visto reforzado en la presente legislatura como lo muestra la celebración del I Foro Económico del Mediterráneo Occidental: Diálogo 5+5 (octubre 2013) y de la Conferencia Ministerial sobre la Vecindad Sur el pasado mes de abril.

Me gustaría subrayar dos retos comunes en los que nos esforzamos conjuntamente: la lucha contra el yihadismo, que no conoce ni fronteras ni religiones, y la gestión ordenada de los flujos migratorios para hacer frente a un drama desgarrador que provoca miles de víctimas.

El Mediterráneo es el mar que tiene las dos orillas más desiguales del planeta. La pobreza, el paro y la falta de oportunidades de la orilla sur alientan la violencia, la radicalización y la inestabilidad. La aparición de Daesh y la violencia yihadista constituyen una grave amenaza, no sólo para la vida de seres humanos sino también para nuestros valores y libertades. Por ello, deberíamos dotarnos de una verdadera estrategia política de largo alcance que haga frente al terrorismo desde el punto de vista de la seguridad, la cooperación policial y de los servicios de inteligencia, pero también para promover y defender los derechos y libertades, el respeto y la tolerancia, así como la iniciativa de la “Alianza de Civilizaciones”. Creo que ha llegado la hora de impulsar un renovado enfoque, una nueva agenda para la cooperación en el Mediterráneo, basada en la corresponsabilidad de todas las partes. Se trataría de dar a las relaciones euro-mediterráneas una nueva dimensión, multilateral, basada en una amplia cooperación y solidaridad, en la que ambas orillas participen en pie de igualdad, con el fin de concretar una iniciativa global mediterránea que recupere y dé nuevo vigor al espíritu del Proceso de Barcelona.

La política exterior de cara a Oriente Medio debe basarse en el respeto y la promoción de los derechos humanos, la equidad de género y la pluralidad religiosa y étnica, la rendición de cuentas y la toma de partido en aquellas situaciones en las que estos derechos sean vulnerados y el apoyo a los procesos democráticos y de empoderamiento ciudadano que parten de sus propias sociedades.

La deriva actual de las protestas en Oriente Medio y Norte de África es consecuencia, entre otros factores de largo recorrido, del frágil y contradictorio posicionamiento de Europa, que en vez de prestar su apoyo a las demandas de reformas democráticas surgidas en 2011 permitió que las fuerzas contrarrevolucionarias y represivas se impusiesen en la región.

El extremismo que se extiende por la región, que amenaza a la ciudadanía de estos países y se extiende más allá de ellos, es consecuencia de haber permitido que la impunidad se haya impuesto a través de la represión de gobiernos como el de Asad en Siria, que han sido un acicate para las propuestas más fundamentalistas y de corte totalitario, como las del autodenominado Estado Islámico.

Hemos de construir una respuesta unificada y decidida a nivel europeo en pos de la estabilización primero y de la consolidación de los procesos políticos más esperanzadores, como el tunecino. La política comercial y de cooperación no basta. Hemos de fortalecer los mecanismos político-institucionales: en algunos casos a través de la sociedad civil, en otros en cooperación estrecha con los nuevos gobiernos. Lo que no debe olvidar España es que la frontera sur europea es una prioridad para toda Europa. Nos jugamos mucho y la UE debe dejar atrás su ensimismamiento y actuar. No podemos convertir al Mediterráneo en una brecha insalvable para los derechos humanos o en una falla geopolítica en nuestra seguridad. Europa no puede convertirse en una isla de derechos para los migrantes económicos ni en una fortaleza inexpugnable para los refugiados. Para ello es esencial una política exterior y de migración comunes y una estrategia política estable que utilice todos nuestros instrumentos (comercial, diálogo político, inversión, movilidad y cultura). Hemos de convertirnos en un actor fiable que proyecte solidaridad, seguridad y estabilidad en su vecindad porque de ello depende que seamos relevantes a nivel global.

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Más temas

Las preguntas

  1. ¿Cuáles serían, a su juicio, las tres grandes prioridades de la política exterior de España en los próximos cuatro años?
  2. ¿Cree que el peso y la proyección internacional de España son acordes con su dimensión y sus ambiciones? ¿Qué medidas o acciones propondría para mejorar el papel internacional de nuestro país?
  3. La Unión Europea (UE) parece lejos de alcanzar su objetivo de convertirse en un actor global: ¿cómo cree que se podría fortalecer la posición de la UE en el mundo y su influencia en los asuntos internacionales?
  4. Como objetivo a medio y largo plazo, ¿sería partidario de una Europa federal o de avanzar con decisión hacia unos verdaderos “Estados Unidos de Europa”?
  5. Los países europeos han reducido drásticamente sus presupuestos de defensa como consecuencia de la crisis. En un escenario de crecientes focos de tensión e inseguridad, la OTAN acordó a fines de 2014 aumentarlos gradualmente hasta alcanzar el 2% del PIB, con un importante componente de I+D+I. Por otra parte, se avanza gradualmente hacia la Europa de la Defensa. ¿Comparte esos objetivos? ¿Cuáles cree que debieran ser las prioridades?
  6. ¿Es partidario de mantener, reducir o incrementar la participación de España en misiones internacionales?
  7. El Congreso ha autorizado recientemente la utilización, con carácter permanente, de la base de Morón por parte de EEUU para misiones en África, con las limitaciones que establecen los convenios bilaterales. ¿Qué reflexión le sugiere esta decisión?
  8. La UE ha avanzado en los últimos años en la conclusión de acuerdos de libre comercio. Tras Centroamérica y los países de la Comunidad Andina, se han concluido, entre otros, con Corea del Sur y Canadá, estando abiertas negociaciones con Mercosur, la India y EEUU. En este último caso, ¿qué requisitos debiera cumplir el TTIP que se negocia entre la UE y EEUU?
  9. China es vista por las empresas europeas como un inmenso mercado, pero también como un competidor agresivo que juega con ventaja: ¿cómo cree que debe actuarse frente a esa competencia? ¿es partidario de medidas proteccionistas?
  10. España tiene un fuerte déficit energético que reduce su autonomía y lastra nuestra balanza comercial. ¿Qué medidas de medio y largo plazo propondría para reducirlo y revertir la situación actual?
  11. Los recursos destinados por España a Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) se han reducido a menos de la mitad durante la crisis. ¿Qué medidas propondría para recuperar los niveles anteriores y avanzar hacia el objetivo del 0,7% del PIB? ¿Sería partidario de consagrar ese objetivo en una Ley, como lo ha hecho el Reino Unido?
  12. Buena parte de los países de nuestro entorno cuentan con “estrategias de marca-país”. ¿Considera adecuada la iniciativa de Marca España? ¿Cree que debe ser modificada?; en caso afirmativo, ¿en qué dirección?
  13. Y hablando de estrategias, en la presente legislatura se han aprobado, además de una Ley de Acción y del Servicio Exterior del Estado, sendos documentos estratégicos de Acción Exterior y de Seguridad, sin que se haya alcanzado un grado importante de consenso en las dos primeras. ¿Cree necesarios estos instrumentos? ¿Cuál cree que debe ser su futuro en la próxima legislatura?
  14. Con 500 millones de hablantes, el español es la segunda lengua del mundo –y la tercera en Internet–. ¿Cómo cree que España debiera aprovechar ese peso de la lengua y la cultura “en español”?
  15. ¿Cómo valora la actual relación Iberoamericana? ¿Cómo cree que podría renovarse y reforzarse?
  16. El conflicto surgido tras la intervención de Rusia en Ucrania y la anexión de Crimea ha quebrado el objetivo de contar con Rusia como socio en la seguridad, estabilidad y prosperidad de Europa. ¿Cómo cree que se podría reconstruir la confianza y recuperar ese objetivo?
  17. La “primavera árabe” ha devenido en un escenario de conflictos en unos casos y, en otros, de amenazas a la estabilidad y la seguridad de los países del sur del Mediterráneo. ¿Cuáles debieran ser los objetivos de España ante ese escenario?
  18. Marruecos, por vecindad y por razones de toda índole –migratorias, económicas y de seguridad– es un país muy importante para España. ¿Qué medidas propondría para fortalecer esa relación?
  19. A veces se señala que los instrumentos de acción exterior española (diplomacia, comercio, cultura, seguridad, cooperación, etc.) están descoordinados por mala cooperación entre el sector público y privado, por conflictos ocasionales con las comunidades autónomas o por fragmentación departamental. ¿Qué cambios cree necesarios para vertebrar mejor esos instrumentos? ¿Qué papel cree que debe asumir la Presidencia del Gobierno en ese sentido?
  20. ¿Considera que en España cabe hablar de consenso en los grandes ejes de nuestra política exterior? ¿Cree que, como suele decirse, por su naturaleza, la política exterior requiere de ese consenso?
  21. En caso afirmativo, ¿cómo podría articularse un entendimiento amplio que diese estabilidad a la política exterior de España?